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Documento: “Percepción social da violencia sexual”

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Achego documento para comprobar como moitas das actitudes coniventes coa violencia de xénero seguen vivas na nosa sociedade. Trátase dun estudo elaborado pola Delegación do Goberno para a Violencia de Xénero a partires dunha enquisa realizada en 2012 e 2013. Neste documento poderedes recuperar conclusións moi preocupantes para traballar nas vosas actividades con alumnado de ESO e Bacharelato.

(Ver documento …)

“REVISAR A MASCULINIDADE”, Mercedes Oliveira Malvar

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A Dra en Filosofía e catedrática do IES “Alexandre Bóveda” de Vigo, Mercedes Oliveira Malvar  é a autora deste artigo sobre a masculinidade, que tamén se pode atopar neste enlace:   

Revisar la masculinidad

“Revisar la masculinidad, una condición para la igualdad” 1 

1 “Revisar la masculinidad. Una condición para la igualdad” en Taillefer, L. Ed. 2011. La igualdad: nuevas perspectivas de género en educación, lingüística y filosofía. Centro de Ediciones de la Diputación de Málaga. ISBN 978-84-7785-908-6.

Mercedes Oliveira Malvar

(Doctora en Filosofía, catedrática del IES Alexandre Bóveda de Vigo)

“La violencia contra la mujer es el crimen encubierto más numeroso del mundo” (Declaración de Naciones Unidas conmemorativa del Año Internacional de la Mujer, 1980)

Cuando veo alrededor la violencia que todavía padecen las mujeres, al escuchar como cada 3 ó 4 días muere otra mujer a manos del hombre que hasta hace poco posiblemente la quería mucho, y del que ella había estado tan enamorada…
Cuando veo la relación que establecen muchos chicos y chicas donde ellas son “usadas” y “tiradas”….

Cuando veo a un chico sufriendo por el acoso de sus colegas porque ha llorado en el cine o porque no quiere jugar al fútbol…
Cuando veo el desencuentro entre hombres y mujeres en las parejas y en la vida cotidiana…

…Me pregunto: ¿Qué pasa? ¿Qué tiene que pasar para que las relaciones sean verdaderamente entre iguales?, ¿Acaso la democracia y los derechos solo funcionan en lo público?, ¿Porqué el ámbito privado ofrece tantas resistencias a la igualdad?

Analizar la situación me lleva a revisar la construcción de la identidad de las chicas y los chicos, las relaciones amorosas, el modo que tienen las chicas de enamorarse “románticamente” y el poder de la masculinidad hegemónica sobre los chicos.
Quiero repasar la violencia la padecen las mujeres, pero también los hombres, sobre todo cuando no se ajustan a lo que se espera de ellos.

Quiero participar que todo esto tiene un coste muy grande, a veces invisible y sobre todo que no nos ayuda a vivir.
Creo que igual que hemos aprendido esta forma de ser mujeres y de ser hombres, también podemos revisarla, desaprenderla y reconstruirnos de otra forma más personal y más libre.

Masculinidad y violencia

Si pensamos sobre la masculinidad la asociamos con la violencia y la agresividad. Sabemos que la inmensa mayoría de los delitos violentos son cometidos por hombres; pero si nos centramos en la violencia masculina sobre las mujeres los datos son aterradores: violaciones, maltratos, femicidios, acoso sexual en el trabajo, abuso sexual, mutilaciones genitales, abortos selectivos de fetos de niña… se puede consultar el cuadro adjunto del Informe de Naciones Unidas de octubre de 2006:

“Cifras aportadas por la Organización de las Naciones Unidas que muestran la desigualdad que afecta las mujeres:

-Un tercio de las familias de todo el mundo está a cargo de mujeres solas.
-El 75% de las personas pobres son mujeres.
-El 75% de las personas analfabetas son mujeres.
-El 80% de las personas refugiadas o desplazadas en el mundo son mujeres. -Las mujeres cubren el 67% de horas de trabajo del mundo, pero sólo ganan el 10% y son propietarias del 1%

-El salario de las mujeres en países industrializados supone entre un 30 y un 40% menos que el de los hombres.
-110 millones de mujeres y niñas sufrieron mutilación genital; cada año, siguen siendo mutiladas 2 millones más.

-En las guerras, las mujeres son violadas en masa. La violación es utilizada como arma.
-De cada tres mujeres, una recibe malos tratos en el mundo.
-Cada 8 segundos, una mujer es maltratada físicamente.

-Una de cada seis mujeres sufrió una violación en su vida.
-En China, Bangladesh y Corea del Sur, los infanticidios y los abortos son selectivos. El 99% de las víctimas son bebés o fetos de mujer. Por esta razón, en la China hay 52 millones de hombres más que de mujeres en edad de casarse.
-Habrá que esperar 400 años para alcanzar la igualdad laboral entre hombres y mujeres (Organización Internacional del Trabajo, OIT).

En el Informe de Población del año 2000 de Naciones Unidas, dedicado a la violencia contra las mujeres se afirma que: “a pesar de los tremendos cambios del siglo XX, la discriminación y la violencia contra las mujeres continúan firmemente ancladas en las culturas de todo el mundo”.

“No hay actualmente ninguna sociedad donde las mujeres dispongan de las mismas oportunidades que los hombres (…) persiste una pauta generalizada de desigualdad entre las mujeres y los hombres en cuanto a su acceso a la educación, a la salud y a la nutrición, y aún más en su participación en las esferas económica y política”. (Fondo de Población de las Naciones Unidas, PNUD).”

Causas que motivan la violencia

Al plantearnos una causa que nos ayude a entender el porqué de toda esta violencia encontramos que la desigualdad está en la base de todas estas agresiones. La desigualdad es un sentimiento que se va forjando lentamente desde el nacimiento, son muchos los indicadores que te van haciendo sentir de un grupo superior -en el caso de los hombres- o de un grupo inferior –en el caso de las mujeres-. Hay todo un complejo entramado, que forma parte de nuestra socialización patriarcal, que nos va haciendo tomar nuestras respectivas posiciones. Es lo que llamamos la construcción del género. No es que seamos diferentes sino que además nuestra valoración es desequilibrada.

El género como decía Gerda Lerner (2) actúa como un disfraz, como una máscara o como una camisa de fuerza que lleva a hombres y mujeres a bailar su desigual danza y a representar su desigual papel en la vida.

2 Lerner, Gerda. 1990. La creación del patriarcado. Crítica. Pps. 339

Tenemos por tanto que el género es construido, aprendemos el papel masculino o femenino y nos pasamos nuestra vida representándolo, aunque muchas veces ese papel no tenga nada que ver conmigo. Pero, ¿dónde nos quedamos nosotros?, ¿quién soy yo? Esta imposición social del género se conoce como dictadura de género y es más poderosa, estricta y eficaz con los hombres como analizaremos a lo largo de este trabajo.

Veremos como los chicos también padecen violencia cuando no son aceptados al no ajustarse al papel que de ellos se espera. Cuando se comportan de otra manera diferente a la asignada por su sexo padecen un auténtico acoso que se concreta en insulto (“nenaza”, “maricón”, …), rechazo o dificultades para la inclusión en el grupo. Esta forma de violencia contra ellos, aún muy invisible, es también violencia de género.

Las siguientes reflexiones nos ayudan a entenderlo:
Simone de Beauvoir en el Segundo Sexo dice “no se nace mujer, se llega a serlo” y
Luis Cernuda en el Cancionero Español:”Aprendí el oficio de hombre duramente”.
… Tampoco se nace hombre, se llega a serlo.
Evelyn Fox Kéller en Ciencia y género: “Por la cirugía cultural hombres y mujeres se quedan convertidos en MEDIAS personas.”

Entonces podemos preguntarnos: ¿Qué significa ser hombre? y ¿Qué significa ser mujer?
Podemos decir que esta estructura de nuestro pensamiento se va forjando bajo el supuesto de la infravaloración de lo femenino, todo lo femenino está devaluado y para ello existe, entre otras cosas, una serie de comportamientos “micro” que van a incidir en nuestras conciencias sin que apenas nos demos cuenta.

Por otro lado, es evidente que el hombre es el brazo ejecutor de esta violencia, pero el germen de lo que hace y su justificación está en toda la sociedad, tanto en los hombres como en las mujeres. Estas últimas reproducen la ideología dominante, educan a sus hijos en estas prácticas y disculpan y justifican, en muchos casos, las conductas de los hombres.

Para desentrañar todos estos complejos procesos vamos a analizar más detenidamente ciertos aspectos claves como son: la construcción de la identidad de género en la infancia, la formación del pensamiento moral, el aprendizaje del modelo de masculinidad tradicional, los costes de este modelo para los hombres y para las mujeres, la relación entre masculinidad y violencia, las formas de la violencia “micro” y la violencia simbólica,

La construcción de la identidad de género en la infancia

Tan pronto como nacen sumergimos a las criaturas en un universo azul o rosa. Comienza así un intenso proceso de socialización que va a consolidar en cada persona su identidad femenina o masculina (3).

3 Oliveira, Mercedes. 2000. Quen somos? Filosofía 1o Bacharelato. Vigo, Xerais. Pps. 101-105

El psicoanálisis teoriza sobre el desarrollo de esta identidad. Para Freud, la presencia o ausencia de pene, símbolos, respectivamente, de la masculinidad y de la feminidad, son cruciales.
Por su parte, la psicoanalista contemporánea Nancy Chodorow (1984) le da la vuelta a esto y sostiene que es la masculinidad la que se define a través de una pérdida: la ruptura de la estrecha unión con la madre.

El niño tiene que hacerse hombre distanciándose del modelo de la madre y diferenciándose de él hasta negarlo, pues ser hombre es, sobre todo, no ser mujer. Así pues, la maternidad tiene consecuencias opuestas en la formación del “yo” de los niños y de las niñas.

Las niñas tienden la identificarse con la madre y esto les es muy fácil por tener el modelo muy próximo. Mientras que los niños no tienen el modelo masculino próximo, ya que son cuidados en esos primeros años por la madre, por mujeres, educadoras y el padre suele estar ausente. El niño tiene que construir la imagen masculina negando el modelo de la madre y esto supone un conflicto y una dificultad.

La identidad masculina se forma a través de la separación, así los hombres, posteriormente en su vida y de un modo inconsciente, sienten que su identidad corre peligro al establecer relaciones emocionales estrechas con otras personas. De ahí la dificultad que encuentran los hombres para expresar sus sentimientos.

La formación del pensamiento moral en la infancia

Otra clave para entender la desigualdad la encontramos en la formación de nuestros valores en la infancia. Carol Gilligan, discípula de Kohlberg en la Universidad de Harvard, sin dudar de la importancia de la exposición sobre el desarrollo moral que hacía su maestro, observó algunas deficiencias en su formulación.

Kohlberg realizó sus investigaciones sólo sobre sujetos de sexo masculino y usaba dilemas morales hipotéticos. Ante estas deficiencias, Gilligan realizó un nuevo estudio (1985) en el cual los sujetos eran mujeres y los dilemas propuestos eran cuestiones reales.

El resultado fue el descubrimiento de un modelo ético diferente al propugnado por Kohlberg. Si este propugnaba como modelo de desarrollo moral una ética de la justicia, en los estudios de Gilligan salió a la luz la ética del cuidado.
Gilligan expuso que el problema fundamental de los estudios de Kohlberg fue su limitación a sujetos masculinos, la cual introdujo una desviación de los resultados motivada por la distinta educación vital y moral que recibimos los hombres y las mujeres en la sociedad.

Esta autora, después de haber realizado numerosas entrevistas a hombres y mujeres de distintas clases sociales y edades, sugiere que las mujeres ocupan en la vida de los hombres el papel de cuidadoras y compañeras, y que las cualidades que desarrollan para realizar estas tareas son frecuentemente infravaloradas por los hombres, y esta preocupación por la relaciones que tienen las mujeres pasa a ser considerada una debilidad. La idea que tienen las mujeres tradicionales de ellas mismas se basa en poder satisfacer con éxito las necesidades de otros y no en sentirse orgullosa de los propios logros.

De la crítica que Gilligan realizó a los estudios de su maestro se concluye, que los juegos de nuestra infancia tienen consecuencias muy importantes en la formación del pensamiento moral, pues los “niños” razonan a través de principios

abstractos, para ellos “lo que está bien” viene ser lo mismo que “comportarse de acuerdo con las normas”.
Las “niñas”, por el contrario, consideran la moralidad un asunto de responsabilidad interpersonal más que de principios abstractos.

De esta forma se puede apreciar que a edades tempranas la socialización de género a través del juego ya ha contribuido de un modo fundamental a nuestro modo de ser y de percibir el mundo.

El aprendizaje de la masculinidad: la masculinidad hegemónica

Los niños aprenden a ser hombres por imitación, por refuerzo positivo y negativo a base de premios y castigos que a veces pueden ser simples miradas de desaprobación o sonrisas de aceptación, y, también, por miedo a no ser aceptado o considerado del grupo.

De este modo los chicos van asumiendo el modelo de masculinidad tradicional que comporta el tener que superar constantes pruebas que confirmen su virilidad. Según Luis Bonino “La masculinidad hegemónica es una forma de ser hombre que se impone como modelo. No se trata de algo natural sino que es algo construido socialmente. Son como los Lugares donde un tiene que llegar para ser todo un hombre” (4).

4 Bonino, Luis. (Emakunde, abendua 2007 no 69, Pps. 16 y 17)

Este modelo de masculinidad se basa en:

-Autosuficiencia: “ir por la vida de chicos Marlboro”.
-Heroicidad: competencia y disposición al riesgo y a la lucha.
-Diferenciación: ser hombre es, sobre todo, no ser mujer. Diferenciarse de los que son menos hombres (los afeminados, los homosexuales, los dependientes, los sensibles y apocados).
Como consecuencia de tener que alcanzar este reto de “ser tan hombre”, se produce el temor de no estar a la altura, y una forma de darle salida a ese temor es proyectar la violencia precisamente contra las mujeres.

Luis Bonino dice que la masculinidad hegemónica da lugar a que los hombres tengan un tipo de expectativas sobre las mujeres, que consisten, en buen parte, en pretender de ellas atenciones y servicios: dedicación, tolerancia, dependencia… atributos que tienen que ver con ser “una buena mujer”. Estos cuidados apuntalarían la posición VIP de los hombres. Esto es lo que pasa todos los días en las casas, dice este psiquiatra, cosas como el famoso escaqueo masculino doméstico.

Así mismo, el sociólogo Enrique Gil Calvo (5) nos habla de las Máscaras masculinas. Analiza la forma que tienen los hombres de presentarse en público, como se comportan ante los demás: Se revisten con máscaras teatrales culturalmente codificadas, que se concretan en 3 prototipos: héroes, patriarcas y monstruos. Detrás esconden un lado oscuro y maldito que oculta su esencia nihilista.

5 Gil Calvo, Enrique. 2006. Máscaras masculinas. Barcelona, Anagrama.

Según Rex Stoessiger (6) los niños aprenden la conducta masculina a través de los medios de comunicación, miran más a la televisión que a su padre. El prototipo de hombre que aparecen es: deportistas ultracompetitivos, hombres violentos e idiotas.

6 Stoessiger, Rex. 2008. “Los niños necesitan hombres comunes y corrientes. Boys needs men in sheds” Manhood online.

Otra fuente de modelo masculino es el grupo de amigos, donde siempre tiene la última palabra el más agresivo. Ofrece así el modelo de masculinidad exitosa.
Y la tercera forma como aprenden la hombría es por reacción a las mujeres que los rodean en la casa y la escuela. Aprenden la cultura anti-mujer, degradando lo femenino y evitando las emociones, los sentimientos, el cuidado del cuerpo y de las otras personas.

Los niños tendrían que pasar más tiempo con hombres comunes: en las escuelas, en las casas, en el ocio, en el cuidado, escucha, lectura, charla, etc. Los hombres comunes y corrientes no son tan estereotipados, son mucho más variados, menos violentos, cooperativos, cuidadores y muestran tranquilamente sus afectos y emociones.

Es interesante detenerse brevemente en la opinión que tienen los actuales jóvenes europeos sobre la masculinidad (datos extraídos del Proyecto Ariane7). El estudio coordinado por Fernando Barragán indica que existen cinco aspectos básicos en los que todos coinciden. La masculinidad queda definida:

  • por oposición a la feminidad
  • por la ocultación de los sentimientos
  • por las relaciones entre violencia y masculinidad
  • por la homofobia
  • por la contradicción entre lo que son y lo que les gustaría ser (importante potencial transformador, puesto que el modelo de hombre tradicional ya no es válido, y además lo rechazan).

    Costes para los hombres de la masculinidad tradicional

    La masculinidad tradicional hegemónica también tiene costes para los hombres, a veces invisibles. Entre otros, cabe destacar:

    -Menor esperanza de vida.
    -Tasas más altas de morbilidad en enfermedades que producen la muerte. -Tasas más altas que para las mujeres en morbilidad y mortalidad producidas por causas externas como accidentes, ahogamientos, etc.
    -Mayor incidencia de morbilidad y mortalidad en relación con hábitos como el tabaquismo y el alcoholismo que junto con los accidentes se vinculan con la conducta masculina de riesgo.
    Tampoco podemos pasar por alto que para el modelo tradicional de masculinidad cuidar la salud es una actitud que puede ser considerada femenina y por tanto, ser muy hombre también es un riesgo. Por el general, los hombres admiten peor estar enfermos, postergan ir al médico o pedir ayuda, incluso regatean el tiempo de cuidado, no gestionan el temor, no son persistentes en los tratamientos y, en general, se cuidan poco.

    Como contrapartida las mujeres asumen esa carencia masculina del cuidado de si mismos y se sobrecargan con la atención de los demás.
    Hay que destacar también que las consecuencias negativas de este modelo hegemónico de masculinidad se empiezan a notar también en las mujeres. La universalización del modelo masculino es la causa de este fenómeno, pues está más valorado socialmente y tiende a ser imitado por las mujeres a medida que entran a compartir los espacios públicos.

    7 Estudio sobre la masculinidad desarrollado en Europa (Italia, Grecia, Portugal, Reino Unido, Francia, Dinamarca, Alemania y España)

Es por eso que actualmente asistimos al incremento del tabaquismo, el alcoholismo y otras conductas de riesgo, que sumadas a los costes de subordinación van a terminar por igualar las tasas masculinas de morbilidad y mortalidad en las enfermedades indicadas e incluso podrían superarlas.

Los datos que se relacionan a continuación evidencian el coste de este modelo. Bien podemos decir que “El machismo mata”.

Datos (INE. Anuario Estadístico de 2005)

Defunciones en accidentes de tráfico           Hombres 3.500          Mujeres 1.000

Suicidios                                                                 Hombres 2.600          Mujeres 750

Casos de SIDA para el tramo de edad 30-34 años

Hombres 17.000           Mujeres 4.000

Condenas por todo tipo de delitos para tramo de edad 26-30 años en %

Hombres 22%               Mujeres 2.5%

Población reclusa                                                 Hombres 57.000           Mujeres 4.000

Hay otro dato estremecedor que apunta Luis Bonino:
“En el centro de parapléjicos de Toledo casi todas las mujeres ingresadas por accidente de tráfico eran acompañantes de conductores temerarios e imprudentes o fueron atropelladas o impactadas por coches conducidos por pilotos imprudentes o bajo los efectos del alcohol.”

Como dice Ritxar Bacete (8): El hecho de que los hombres vivan una media de 7 años menos que las mujeres o que en el Estado español haya 2.000.000 viudas frente a 200.000 viudos, son datos9 significativos de las consecuencias que la masculinidad hegemónica lleva consigo. La explicación de estas significativas diferencias demográficas son multicausales y complejas, pero guardan una relación estrecha con la carencia de una cultura del cuidado propio en los hombres. Son, por otro lado, la consecuencia directa de una valoración positiva del riesgo y de la legitimación de la violencia como rasgos de hombría y de autoafirmación de la masculinidad.

8 Bacete, Ritxar. ¿Otra masculinidad es posible? II Jornadas estatales sobre la condición masculina. Jerez 6, 7 y 8 de noviembre 2008.
9 Fuente: Emakunde. Cifras sobre la situación de mujeres y hombres en Euskadi 2006.

No se trata victimizar a los hombres pero si visibilizar el impacto de la masculinidad hegemónica sobre los hombres y sus inconvenientes. Y así mismo valorar el cambio hacia la igualdad como una forma de ganar calidad de vida.

El fracaso escolar: otro coste “oculto” del machismo

Otro coste oculto de la masculinidad hegemónica es el fracaso escolar. No se habla de ello y no se le da la importancia que está teniendo y las repercusiones que puede llegara a tener en el futuro profesional de nuestro país. Hoy son varias las carreras universitarias que tradicionalmente eran de hombres y ahora son mayoritariamente ocupadas por mujeres. Hablamos de fisioterapia, medicina, periodismo, etc. Estos estudios requieren una nota media académica muy alta… Pocos chicos lo alcanzan.

Asocian la escuela con lo femenino, pues las profesoras, educadoras y cuidadoras en los primeros años de escolarización son prácticamente todas mujeres. Habría que “reclutar” hombres para las escuelas, y hacerles ver que leer, escribir, hacer deberes, ser ordenado y organizado… No es cosa de mujeres.

Masculinidad y violencia

El fenómeno social de la violencia en nuestro mundo está ligado a la construcción de la masculinidad. Como hemos visto anteriormente forma parte de la socialización de género que padecen los niños.
Para demostrar su hombría, estos hombres emplean la violencia contra las mujeres, contra los otros hombres y contra ellos mismos. Es una forma de resolver conflictos, imponer criterios, canalizar la rabia o incluso esconder temores.

La antropóloga norteamericana Myriam Miedzian (1995), comenta que aún aceptando que las mujeres pueden ser violentas, el 89% de los delitos violentos son cometidos por hombres, que un millón ochocientas mil mujeres al año son maltratadas físicamente en EEUU por sus maridos o novios, y que las guerras siempre fueron, y aún son, llevadas la cuerda por los hombres.

La misma autora emplea la estrategia de darle la vuelta a la situación para hacerla comprensible cuando dice: “imaginemos la reacción si cerca del 90% de todos los delitos violentos fuesen cometidos por mujeres; si los titulares de los periódicos trajesen regularmente noticias sobre mujeres que odian tanto a los hombres que dejan tras sí hombres asesinados, de mujeres que llevadas por un ataque de celos asesinan a sus exmaridos y a sus hijos, de grupos de mujeres que se matan entre sí en peleas de bandas rivales”.

La autora considera que la violencia masculina genera tolerancia social y no se percibe como un problema que hay que solucionar en el comportamiento de los hombres porque se trata de una conducta que disfruta de la legitimidad de quien ocupa la posición de grupo dominante.

Actualmente las identidades masculina y femenina están sometidas a un proceso profundo de transformación. Somos conscientes del que no nos gusta el modelo tradicional, pero aún no tenemos claro un modelo alternativo. Esta situación está siendo estudiada desde diversos campos científicos.

El psiquiatra Luis Rojas Marcos (10) , dentro de las estrategias de salud pública, habla de la importancia de desarrollar la compasión, el desinterés, la tolerancia, la autocrítica y la empatía; conseguir que se incorporen estos atributos en el carácter de los niños, evitaría el recurso a la agresividad maligna: maltrato a su pareja, abuso de los hijos o abandono

de sus progenitores cuando estos se hacen mayores. Por lo tanto, la sociedad tiene que hacer todo lo posible para garantizar que las criaturas crezcan protegidas y estimuladas por la aceptación, la seguridad y el cariño. El apoyo de los padres es un requisito fundamental.

10 Rojas Marcos, Luis (1998): Las semillas de la violencia. Madrid, Espasa Calpe. Pp. 212-215

Según la investigación llevada a cabo por Myriam Miedziam (11), es cierto que una maternidad problemática es sin duda un factor importante en la etiología de la violencia machista.

11 Miedziam, Myriam (1995): Chicos son hombres serán. Cómo romper los lazos entre masculinidad y violencia. Madrid, Horas y horas. Pp. 121-143

Esta antropóloga afirma también que los datos indican igualmente con claridad que los niveles altos de conducta violenta están asociados a una relación problemática con el padre en la infancia. Cita diversos estudios sociológicos sobre jóvenes delincuentes que muestran que muchos de ellos proceden de familias en las que no hay padre en el hogar o en las que el padre está presente pero es violento o realiza abusos.

Al mismo tiempo, alude a otros estudios que indican que la conducta violenta es típica de hombres y jóvenes que tuvieron un padre que no participó en su cuidado durante la infancia.

En su argumentación destaca estudios psicológicos sobre familias en los que se encontró que aquellas donde padre y madre compartieron la crianza, o en las que el padre es el principal responsable del cuidado, los hijos desarrollan la cualidad de la empatía en mayor medida que los educados en el modelo tradicional.

Según estas investigaciones, el papel secundario del padre en la educación del hijo está relacionado con la violencia de los hombres.

Por lo tanto, para reducir la violencia masculina es muy importante conseguir una mayor participación de los hombres en la crianza de los niños y niñas porque rompería con la imagen del hombre rudo tradicional.
Tal y como está organizada la sociedad parece que las mujeres tienen el monopolio de dar vida. Es probable que los niños criados por el padre se perciban a si mismos, y a los hombres en general, como dadores de vida en un sentido muy profundo.

La violencia sutil: los micromachismos

Según Erick Pescador (2007) el machismo es un modo de perpetuar el modelo patriarcal de dominación, infravalorando y menospreciando lo femenino y a las mujeres. Es también la expresión del miedo a parecer mujer. Supone el rechazo de lo femenino como símbolo de debilidad. Odiar y rebajar a la mujer (misoginia).

Pero hay un machismo de baja intensidad, el micromachismo. Bonino llama microviolencia o micromachismos (12) a actos, chistes, gestos,… poco estudiados y reconocidos, realizados por muchos hombres y que fuerzan, coartan, y minan la autoestima personal de las mujeres. Son actos poco evidentes, sutiles e insidiosos, casi invisibles.

12 Bonino,Luis. “Las microviolencias y sus efectos: claves para su detección en Ruiz-Jarabo, Consue y Blanco, Pilar. Dir. (2006). La violencia contra las mujeres. Madrid, Díaz de Santos. También en “Micromachismos. La violencia invisible en la pareja”, de la página web “Hombres por la Igualdad.”

En ellos las mujeres no se perciben como víctimas de violencia, pero sí sufren sus efectos en su integridad psicológica.

Son pequeños controles y abusos de poder, normalizados, que los hombres ejecutan  permanentemente con impunidad. Su eficacia reside en que van produciendo un daño sordo y sostenido que se agrava en el tiempo, que no permite establecer estrategias de resistencia, pues no se percibe como violencia. Los efectos producen una sintomatología que va desde la fatiga crónica al deterioro de la autoestima, disminución de poder y autonomía.

Los hombres son expertos en estas acciones microviolentas por el efecto de su socialización de género. Los ejercen incluso los hombres mejor intencionados, y con autopercepción de ser poco dominantes.
El orden social sigue siendo un aliado poderoso de su ejercicio, ya que les otorga a los hombres el “monopolio de la razón” y un poder moral expresado en frases como: “exageras” y “estas loca”…

Según Bonino (2006) los podemos concretar y clasificar así:
Los micromachismos utilitarios son:
-La no participación en lo doméstico, total o parcial.
-Aprovechamiento y abuso de la capacidad femenina del cuidado, consistente en:
• Delegar el trabajo del cuidado de los vínculos sociales y familiares y de las personas.
• Hacer requerimentos abusivos solapados, cuya violencia consiste precisamente en que por no ser pedidos explícitamente, tampoco requieren ser agradecidos (de paso…)

• Evitación de la reciprocidad en el cuidado. Delante de la queja y la petición de ayuda la respuesta es minusvalorar los síntomas de cansancio apelando la que “no te sabes organizar” o la que ellos en el saben hacer el que les piden.

Los micromachismos encubiertos son:
• El silencio (no so no sentirse obligado a hablar ni dar explicaciones, recurso que sólo emplea quien tiene el poder)
• El aislamiento (imposición de no acercamiento cuando la mujer quiere comunicación o intimidad)
• Regatear el reconocimiento a la mujer como persona, a sus necesidades, valores, aportaciones y derechos. Se regatea también el apoyo y el cuidado.
• La inclusión invasiva de terceros: amigos, TV, actividades…
• La desautorización, la descalificación y devaluación, la culpabilización.
• Hacerse el tonto, eludir responsabilidades. Justificado en que él tiene cosas muy importantes que hacer.
• Impericias selectivas: evitan responsabilidades por no saber.
• Minusvaloración de los propios errores, los de él no tienen importancia.

Bonino dice estar convencido de que el abordaje de la violencia masculina no puede centrarse sólo en sus formas extremas, sino que debe incluir los micromachismos, pues del contrario, la masculinidad se mantendrá peligrosamente violenta.

La violencia más invisible: la violencia simbólica

Las estructuras básicas que como hemos visto van conformando nuestra personalidad desde la infancia como la identidad femenina y masculina basadas en el modelo patriarcal hegemónico, la ética del cuidado en la que se forjan las mujeres, el micromachismo, etc. sirven de base a la violencia más invisible que es la violencia simbólica. Como dice Pierre Bourdieu (1999): “La violencia simbólica es esa violencia que arranca sumisiones que ni siquiera se perciben como tales, actúa apoyándose en unas expectativas colectivas, en unas creencias socialmente inculcadas.”

Lo más característico de esta forma de violencia silenciosa es su aceptación social. Se acepta de forma inconsciente, como natural o normal, algo que no lo es. Los procesos de la violencia simbólica son muy complejos y difíciles de desvelar, pues consiguen que tanto personas como grupos acepten la dominación.

El sociólogo francés Pierre Bourdieu habla de una serie de actitudes, comportamientos, lenguajes, disposiciones… que los individuos van adquiriendo e interiorizando sutilmente a lo largo de su vida. De tal modo que no tenemos posibilidad de cuestionarlos.

La violencia simbólica se mantiene en la medida en que no se percibe como violencia, no se reconoce como violencia, y, por lo tanto, no se condena y no se erradica de los comportamientos como algo punible.

Actúa haciéndonos ver que ese orden social es algo bueno, que lo que se espera de nosotros es que la aceptemos. Incluso puede llegar a hacernos sentir culpables si pretendemos cambiar las cosas. En este caso estaríamos hablando de una subversión.

Construyendo nuevos estilos de masculinidad

¿Qué ganarían los hombres en un mundo de igualdad?

Si realmente buscamos la transformación social de cara a un mundo mejor y más humano tendríamos que pensar que el cambio no se va a reducir a una pérdida de privilegios para los hombres sino que tienen mucho en juego por ganar. Como dicen hoy los jóvenes “hay que venderles la moto”. Ayudarles a imaginar lo que podrían conseguir al liberarse de la coraza de la masculinidad tradicional.

Hoy ya no se puede hablar de masculinidad en singular, pues no hay una única forma de ser hombre. Desde esta perspectiva, tendríamos que hacer ver que los hombres son radicalmente diversos entre si; que hay tantas maneras de ser hombre como hombres existen. Tendríamos que dejar de ignorar que ser “macho” mata. Y visibilizar que en la escuela se da un agresivo acoso contra los chicos que no se ajustan al modelo tradicional y son tildados de “maricas”, “calzonazos”, “cobardes”… que también se acosa a quien lleva gafas, a los gorditos, y a todo niño o chico que sea diferente porque lee o porque no le gusta el fútbol, etc. y que el fracaso escolar tiene cara de hombre.

Sería muy pedagógico empezar a pensar que los comportamientos machistas de muchos adolescentes en la mayoría de los casos son sólo ensayos para enfundarse la máscara de la masculinidad dominante (13). Pero es posible que ese disfraz sea solo un juego y que todavía no forme parte de su identidad. Posiblemente ese chico está entrando en un mundo confuso y necesita armarse de mecanismos para protegerse y también para ser aceptado por su grupo. Sería exagerado y precipitado pensar que estamos ante un machista potencial. Podemos suponer que está en un proceso de formación y que si le consideras un hombre democrático e igualitario le ayudas a deshacerse de su máscara.

13 Martínez Cáceres, Antonio. 2008. “La nueva masculinidad adolescente. Un aprendizaje desde el fracaso”. http://vocesdehombres.files.wordpress.com/2008/10/la-nueva-masculinidad-adolescente.pdf

Para desechar el modelo de identidad masculino tradicional necesitamos sustituirlo por otros con cierto reconocimiento social, que les permitan obtener una seguridad a la hora de identificarse con ellos. Por todo esto es importante hacer el aprendizaje en positivo con los jóvenes.

En todo este proceso de cambio los chicos también necesitan un modelo alternativo, como en su día lo han tenido las mujeres gracias a la contribución del movimiento feminista.
El modelo hacia el que transitar tampoco está del todo definido, existen muchas resistencias y miedos. El panorama es algo esquizofrénico, por un lado un modelo y una forma de actuar cuestionada y abocada al fracaso y por otro lado ninguna alternativa clara a seguir. La falta de claridad supone un problema importante para los chicos adolescentes, la indefinición de modelos masculinos sigue perpetuando que los chicos construyan su identidad por oposición a las chicas (identidad excluyente; soy lo que tu no eres o lo contrario de ti). Esto impide la construcción de modelos compatibles que permitan avanzar hacia espacios de igualdad (Erick Pescador).14

14 Erick Pescador . 2001. “Masculinidad y población adolescente.” Ponencia Primeras Jornadas Estatales sobre la Condición Masculina. Jerez.

Pero como dice Antonio Martínez Cáceres (2008) desde esta situación de indefinición es desde donde quizás podamos movilizar cambios hacia modelos masculinos más igualitarios. Siempre que seamos capaces de superar la resistencia inicial. Para vencer esta resistencia, no hay nada mejor que utilizar una forma inesperada de afrontar el trabajo con los chicos. Una estrategia que propone es considerarles posibles artífices del cambio hacia masculinidades más igualitarias. Los enfoques de trabajo centrados en la culpabilidad o inculpación generalizada no nos llevaran a ningún sitio, tan sólo fomentará que se vuelvan en nuestra contra.

Por todo esto, como dice Michael Kaufman (15), es más útil que cambiemos el enfoque de una “responsabilidad generalizada del problema a una responsabilidad de cambiar, de buscar soluciones.” O plantear la disyunción: “¿Estás por la solución o sigues siendo parte del problema?

15 Michael Kaufman. La construcción del movimiento masculino dirigido a terminar con la violencia hacia las mujeres. http://www.michaelkaufman.com. http://www.hombresigualdad.com/construccion-mov- mascu.htm 

Presentar al hombre igualitario como una persona responsable, que mide los riesgos, dispuesta a renunciar a determinados privilegios. El modelo alternativo debería ir por intentar flexibilizar los roles de género de tal manera que se permitan distintas formas de ser hombre sin tener que limitarse a la hegemónica.

Lo que se pretende es agitar, cuestionar, desestabilizar sus creencias masculinas, crear un sentimiento de incertidumbre, a través del cual se genera una mayor disposición a considerar ideas nuevas. No se trata de decir como debes ser sino de cuestionar si verdaderamente puedes llegar a ser como deseas.

Por otra parte, los conceptos de referencia en este proceso de cambio como son la justicia y la igualdad solo movilizarían a los chicos si esa injusticia o desigualdad recae sobre ellos mismos. De ahí la importancia de analizar como el sexismo repercute negativamente en sus vidas.

Además para evitar los rechazos que puede conllevar un proceso individual es interesante aprovechar fuerza del grupo de iguales en la escuela con sus complicidades para avanzar hacia el cambio y se puedan sentir arropados entre si.

En definitiva, no se trata de generar cambios inmediatos en los chicos, sino de introducirlos en experiencias de reflexión en las que han podido cuestionarse e imaginarse otro tipo de hombre distinto al que se esperaba de él.

Todo esto puede ser de gran ayuda para ir configurando su identidad masculina de una forma más flexible y liberadora en el camino hacia el hombre igualitario.

La sociedad del cuidado

Fueron las mujeres las que iniciaron la lucha por la igualdad y el reconocimiento al redefinir la identidad femenina desde la autonomía. Esto ha conllevado a resistir el poder masculino y el lugar inferior que tenían en la sociedad patriarcal tradicional.

Esta lucha provocó cambios de hondo calado en la estructura social que necesariamente demanda cambios en la definición de la identidad masculina.
En este cambio será precisa la incorporación de atributos hasta ahora considerados femeninos. Pues de no ser así no podremos llegar a construir relaciones recíprocas entre hombres y mujeres, fundamentales para la cohesión básica de la sociedad.

Podemos concretar como estos cambios sociales de las últimas décadas han provocado relaciones entre los sexos más complicadas, transformaciones en el modelo y en las funciones sociales de las familias. Se redujeron las funciones, ahora los afectos y el cuidado son fundamentales. En las parejas con autonomía económica pasan a primer plano las necesidades afectivas. La sexualidad, desvinculada ya de lo reproductivo, está ligada al placer.

Esta nueva situación va a requerir más transformaciones en la personalidad y en la identidad masculina haciendo hincapié en la importancia del cuidado de las demás personas e de la reciprocidad.

Si continuamos enseñando los valores tradicionales de género asentados en la división sexual del trabajo y en la exclusión y la inferioridad de lo femenino, se va a producir una fisura importante, non solo en las relaciones entre hombres y mujeres, sino en las bases mismas en las que se apoya el funcionamiento social.

Non se tata solo de deconstruir la masculinidad hegemónica y cambiar la definición tradicional, sino de cambiar el modelo de relación social de género.
Sería necesario fomentar un nuevo humanismo, una sociedad que tenga el cuidado de unos seres humanos por otros como un valor fundamental. Entendiendo por cuidar la capacidad humana referente a proteger, atender, escuchar, animar, ayudar a crecer… todos los humanos precisamos que nos cuiden y que nos quieran, precisamos que nos protejan, que nos animen, y que nos ayuden a seguir creciendo…. Siempre.

… De lo que se trata pues es de que esta función no este asignada a un solo género. Como dice el filósofo José Antonio Marina hay que empezar a hablar de una “maternalización” de la sociedad. El valor del cuidado debe construirse como un valor

hegemónico, si no lo conseguimos la sociedad perderá cohesión y todos perderemos como seres humanos.

La educación sentimental

Para conseguir esta nueva civilización necesitamos atender la emoción tanto como la razón. Debemos desmontar la idea de que la afectividad tiene menos valor que la inteligencia, sino que se trata de dos facultades asociadas. La educación sentimental (Oliveira, 1998) nos llevaría a tomar conciencia de nuestra riqueza expresiva y nos ayudaría a usar nuestros sentimientos en las relaciones con los demás y con notr@s mism@s.

Educar las emociones y los afectos, aprender a ponernos en el lugar de la otra y del otro y corresponsabilizarnos, ayudaría a eliminar muchos conflictos afectivos y frustraciones, mejoraría nuestra autoestima y permitiría que viviésemos de forma sosegada nuestros sentimientos.

La coeducación sentimental ayudaría a desarrollar las capacidades de comunicación, ternura, sensibilidad y responsabilidad. Contribuiría también a afrontar el miedo a la independencia, a la soledad, a la no aceptación, a no gustar… el miedo a ser uno mism@. Y en definitiva, enseñar que la vida es un proyecto personal propio.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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Castells, Manuel & Subirats, Marina. 2007. Mujeres y hombres ¿un amor imposible? Madrid, Alianza.

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Oliveira, Mercedes (Coord.). 2008. Estás pola solución? Proposta de recursos didácticos para a abordaxe da violencia de xénero no ámbito sanitario. Vicepresidencia da Igualdade, Xunta de Galicia.

http://igualdadegaliza.org/mediateca/igualdade/Area_para_o_Tratamento_da_Violencia_de_Xenero/Guia s_formativas/violencia_sanidade_cd.pdf>

Pescador, Erick. 2007. “Estrategia de intervención en el marco educativo: masculinidad y población adolescente”, en SARE 2007, Vitoria Emakunde.

Rojas Marcos, Luis.1998. Las semillas de la violencia. Madrid, Espasa Calpe.

Un 25 de novembro contra o maltrato de xénero

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Por que un 25 de novembro? Por que esta data a nivel mundial?
É unha data que recoñece a loita das irmás Minerva, Patria e Mª Teresa Mirabal, tamén coñecidas como “as bolboretas inesquecibles”, que era o nome segredo que Minerva tiña nas súas actividades clandestinas.
As irmás, opositoras da ditadura política que neses momentos dirixía a República Dominicana,
foron conducidas a unha casa campestre onde foron golpeadas con paos ata que morreron, ocorreu o 25 de novembro de 1960, cando regresaban de visitar aos seus homes que estaban encarcerados. Convertéronse en símbolo da resistencia popular e feminista.
Cada 25 de novembro conmemórase o Día Internacional da Non Violencia Contra a Muller, foi establecido no 1º encontro Feminista Latinoamericano celebrado en Bogotá en 1981.

Minerva, Patria e Mª Teresa Mirabal

Usa unha linguaxe non sexista

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A lingua debe facernos presentes a todas e a todos. Non é algo inmutable e pechado e debe evolucionar coas necesidades que presenta a sociedade do noso tempo.
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